Edición: BP||Directorio Modelo: Eli Luna || Fotografía: @CarolJAngel
Redacción: Irene Jimenez Garcia
Cuando Trini y Maricarmen se conocieron, Trini aún no llegaba a los 20 años. Salía con un patán, con un grosero maleducado y poco caballero. Yo siempre he pensado que un caballero no cuenta lo que hace como hombre, y este chico con frecuencia quería presumir delante de sus amigos de lo que hacía en la intimidad con Trini. Trini es guapísima. Es una muñeca. Es una de las mujeres más bellas a las que he conocido en mi vida. Tiene rasgos asiáticos, porque sus ojos son rasgados y oscuros. Tiene una melena negra preciosa que hace poco se ha cortado, y ahora lleva el pelo como un chico. Es una de esas mujeres a las que les favorece cualquier peinado.
Maricarmen se enamoró locamente de Trini. Y Trini empezó a sentir cosas por Maricarmen que no entendía. Se plantearon incluso tener una relación en secreto durante toda la vida, haciendo ver que eran solamente amigas, y reservando su pasión para los momentos en los que estuviesen completamente a salvo de miradas ajenas. Pero Trini se armó de valor, se plantó delante de su familia, y explicó que se había enamorado de una mujer. Y aunque esos momentos fueron duros, ahora cuando miran atrás se dan cuenta de que amarse así es lo mejor que les ha pasado.
Ya llevan juntas ocho años. Viven en el pueblo que tanto ha hablado de ellas, y sus familias las aceptan. Hay muchas personas que las quieren. Aunque ellas aún no se sienten muy cómodas teniendo gestos de cariño la una con la otra en lugares públicos.
Ocho años de relación después, Maricarmen le ha pedido matrimonio a Trini. Van a oficializar su relación, convencidas las dos de que están hechas la una para la otra. Maricarmen se ha declarado a Trini en público. Y después de que Trini dijera que sí que quiere casarse con ella, se han besado delante de todo el mundo. Porque no tienen nada de lo que esconderse. Amar es maravilloso.
Esta es la carta de declaración de Maricarmen a Trini. Se merecen toda la felicidad del mundo.
Querida Trini:
Desde hace ocho años soy la mujer más feliz del mundo. Y no tendré nunca palabras suficientes para agradecértelo. Por eso hoy quiero recordar lo difícil que ha sido nuestra historia, y cómo hemos conseguido que el amor triunfe por encima de cualquier adversidad.
Hace ocho años que nos conocimos. En aquellas noches de verano en las que empezábamos a coincidir, como amigas que salen dentro del mismo grupo de gente. Dos amigas que se ríen juntas, que comparten confidencias, que se buscan para no estar solas en ningún momento. Pero dos amigas, a fin de cuentas.
Tu tenías pareja, un chico que ni te merecía ni valoraba a la increíble persona que tenía junto a él. Porque tu no eras indiferente, Trini. Tu eres de esas mujeres que desprenden magnetismo, que derrochan elegancia, saber estar y buen hacer. Una mujer a la que la gente se queda mirando cuando pasa por su lado. Embrujas con tus ojos rasgados, atrapas con tu melena azabache, hipnotizas con tu sonrisa, y haces que cualquiera quiera perderse en la firmeza de tu cuerpo.
Y de esa amistad, surgió el amor. Muy despacio, y muy difícil. Yo siempre he sabido que me gustan las chicas, y enamorarme de ti era algo contra lo que no podía luchar. Que dentro de ti despertase esa llama y que sintieses por mí lo mismo que yo es lo mejor que me ha pasado en la vida. Y aquí estamos, ocho años después, celebrando nuestro amor.
Un amor que no siempre ha sido libre. Un amor que ha encontrado obstáculos en cada paso. Pero un amor que ha superado cualquier barrera.
Cuando ahora miro atrás y pienso en aquellos inicios en los que nos escondíamos y planeábamos una vida juntas en secreto, me lleno de pena. No por nosotras, sino por tantas mujeres que tienen que disfrazar su amor de amistad porque la sociedad no entiende que amemos libremente. Encuentros furtivos, miradas que solamente entendíamos entre nosotras, y locuras que volvería a hacer por ti una y mil veces. Porque te elegiría de nuevo, Trini, cada día de mi vida sé que eres la mujer para mi.
Tu has sido una luchadora valiente, una guerrera llena de coraje, y estaré en deuda contigo durante toda mi vida por plantarte delante de tu familia a decir que amabas a otra mujer. Por aguantar peleas, gritos, amenazas, tensión y hasta miedo, con la esperanza dentro de ti de que lo nuestro podía vivir después de aquella tormenta. Confiaste en mi, en lo que sentías, y en que teníamos una historia juntas que merecía ser vivida, replanteando lo que se supone que deberías sentir. Por superar las pruebas de la vida, aquellas semanas en las que te prohibieron verme para que me olvidases, pero tu encontrabas la forma de hacerme llegar algún mensaje a través de alguna amiga para darme aliento mientras yo te esperaba. Te esperaría toda la vida, porque sin ti me falta el aire.
Solo sé que a tu lado soy la mujer más feliz del mundo, que eres mi sonrisa cada mañana, que eres mi mitad. Te he encontrado, en un pueblo tan pequeño, lleno de comentarios, de envidias, de cuchicheos y gente que ha opinado. Tu me has enseñado a diferenciar, a saber separar lo que importa y dejar que lo demás se vaya sin hacerme daño. Muchos años después hemos creado nuestro universo, lleno de personas maravillosas que nos quieren como somos. Nuestras familias han aceptado nuestro amor. Y vivimos una vida llena de aventura y risas cada día. En el mismo pueblo que nos ha visto crecer hemos hecho nuestro hueco.
Sé que eres la persona a la que quiero tomar de la mano cada día y ver envejecer hasta el fin de mi vida. Por eso, Trini, quiero casarme contigo. Y si tu quieres también, y me dices que si, seré tuya para siempre, y dedicaré mi vida entera a hacer de la nuestra la historia de amor más bonita jamás contada.
Por no escondernos nunca más para besarnos.
Te quiero,
Maricarmen.
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