Dime qué tienes entre las piernas y te diré si gobiernas

Edición Diseño y Fotografía: Carolina Guzmán Sánchez || @CarolJAngel
Redacción: Ana Pérez Sánchez  Linkedin Facebook

 

Tanto el liderazgo como el destino son las dos caras de la misma moneda que tienen su protagonismo y elección en cada corazón humano.

 

La historia de la humanidad ha sufrido grandes épocas de cambio, sin las cuales el progreso y la evolución no hubiesen tenido cabida. Y bien es cierto que los cambios no son fáciles, pero mucho menos lo es ser el líder que los erige y guía. Han sido muchas las personas que, en el transcurrir de la historia, han guiado a naciones enteras hacía el futuro, llegándose a convertir en ídolos de una época. Muchas personas, sí, pero muy pocas mujeres.

Si tuviésemos que limitarnos a una lista de diez personalidades que han influido notablemente en el devenir de nuestra historia la mayoría estaríamos de acuerdo en hablar del paradigmático Napoleón Bonaparte, sin duda uno de los líderes sobre los que más se ha estudiado.

Nombraríamos así mismo al gran Julio César, uno de los más grandes emperadores que procuró la expansión del Imperio Romano. Winston Churchill y sus discursos de cómo ganar una guerra también entraría en ésta hipotética lista.

Alejandro Magno, quien dominó un imperio tan basto como su sobrenombre indica y al que solo pudo vencer la enfermedad.

Simón Bolívar o el liberador del pueblo latinoamericano.

Nelson Mandela y su lucha en Sudáfrica por los derechos civiles.

El Ché Guevara, el guerrillero convertido en icono y la cara visible de la Revolución Cubana.

Mao Zedong y la gran Revolución China, bases inequívocas del gigante asiático hoy día.

George Washington, quien escribió las primeras lineas de Estados Unidos como una de las más grandes potencias mundiales que es hoy día.

Vladimir Lenin, quien sin duda cambió la historia de Rusia.

Es innegable que muchas más personalidades se quedan fuera de ésta exclusiva lista que, para bien o para mal, cambiaron el correr de los días: Hitler, José Martí, Gandhi, Benito Juárez, Manuel Noriega…

Pero, desde luego, ninguna mujer ocupa un sitio privilegiado entre los primeros puestos. Y no es casualidad. El papel de la mujer, relegado durante siglos al ámbito doméstico, queda casi totalmente invisibilizado en la política o en cualquier otro sector con peso dentro de la sociedad como puede ser la economía o el arte. La falta de autonomía que ha padecido la mujer durante siglos en casi todos los ámbitos explicaría en parte ésta situación.

¿Cómo iba una mujer a poder gobernar un mundo de hombres?

No es casualidad tampoco que si seguimos pensando en líderes mundiales una de las primeras mujeres que entraría en nuestra lista sería la ex ministra británica Margaret Thatcher, conocida como La Dama de Hierro, quien parece que sufrió de “masculinización” para poder ocupar su lugar en un mundo reservado, hasta la fecha, solo a hombres.

Numerosos estudios avalan ésta teoría de los diferentes atributos agénticos-masculinos (e.g. dominante) que debe poseer cualquier gobernante que se precie. Así mismo, dichos estudios apuntan a unas características comunales, e incluso femeninas (e.g. sumisión), para hacer alusión al pueblo gobernado. Así que no: la historia no entiende de casualidades. Y ésta estandarización de lo masculino y lo femenino daña por igual a hombres y mujeres.

De todas formas los tiempos están cambiando y, del mismo modo que hoy día nos parece una atrocidad la esclavitud, dentro de unos años los roles de género habrán pasado a formar parte de las sombras de la historia. Por eso es tan importante que los gobernantes de ahora ejerzan su trabajo desde posiciones menos estereotipadas y que sean sensibles a las necesidades del pueblo al que dirigen, sin sentir con ello que están perdiendo su masculinidad. El progreso siempre acaba imponiéndose, la otra opción es la defenestración y el olvido, pero quizá podríamos adelantarnos unos cientos de años si todos tomamos partido y dejamos de encasillar los comportamientos de unos y otros y usamos las mismas varas de medida para todos. Ya no vale que unos corran las carreras en zapatillas y otros descalzos.

Porque no os olvidéis que fue Cleopatra quien dividió el Imperio Romano, que Juana de Arco murió en la hoguera por ser el mejor soldado de su época, que fue La Pasionaria quien entonó el “¡No pasarán”, que gracias a Isabel la Católica Colón puedo emprender su aventura a bordo de la Santa María, que por culpa de Ana Bolena toda una nación cambió de religión, que fue Evita más querida que Perón, que a Benazir Bhutto le costó la vida ser la primera dirigente musulmana en Pakistán, que Isabel II apunta a convertirse en la reina más longeva sin perder solidez ni popularidad…

 

Hubo más hombres, hubo las mujeres que dejaron y habrá personas.

 

***

Una sensación de apropiación en la concepción del mundo. Fíjense en esta escena Interpretada por Julia Roberts

Pelicula: La sonrisa de la Mona Lisa (2003) – La tercera clase

 

ATENTAMENTE:

UN MACHO QUE HABITA EN UNA MUJER SOBRIA Y CRITICA DE LA VIDA

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