Sala de espera y una habitación compartida

Edición: BP||Directorio

 

Son tus raíces las que juegan con las cartas del destino

 

Mientras ella,

fijando su mirada en el periódico de la mañana

y el vecino del 306,

esta revolviendo su taza de café

con los bizcochos que Manuela Hernández

dejó hace dos semanas,

la rueda que juguetea desfavorable con sus destinos

produce en el ambiente un extraño aroma…

 

Ambos en sincronía no anticipada,

levantan la mirada

como si quisieran mirar a través de los muros

y decirse en tonos altos

«otra vez la misma bolsa…

que pendejada»

 

Ella, se levanta de su mesa

con el periódico abierto

en la sección de económicas

lee y vuelve a leer el titular

«la bolsa sigue cayendo desde hace dos semanas»

y hace una mueca de arista con su rostro amanecido

 

Él, sumerge el último bizcocho

de la bolsa de Manuela Hernández

dejando caer unas gotas de café

por los costados de la taza

vuelve y sumerge el bizcocho

y hace una mueca de arista con su rostro  amanecido

 

Manuela Hernández se asoma por su ventana

a tomar su primer aire fresco de la mañana,

se acuerda de sus bizcochos

y cierra el periódico.

 

Jóse Rubio, el vecino del 306

se levanta de su cama

con la bandeja de desayuno

y se va a lavar los platos.

 

 

 


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Por  Carol J. Angel


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