Los chicos también lloran

Edición Diseño y Fotografía: Carolina Guzmán Sánchez || @CarolJAngel
Redacción: Ana Pérez Sánchez  Linkedin Facebook

 

Atípica historia sobre la felicidad…esta es una historia en tono de ‘oda a la felicidad’ sin vergüenza ni tapujos, que ya está bueno que los hombres comiencen a mostrar sus emotividades sin temor a parecer cursis o blandengues.

 

Sentado en la cuarta fila, como cada mañana, el chico fabuloso atiende a la última clase del último miércoles de noviembre. Podría pasar desapercibido, pero espero que no seáis de ese tipo de personas que no andan atentos a los pequeños milagros del día a día, sin duda el chico fabuloso es uno de ellos. Están los que piensan que se ha tatuado lo más doloroso que uno puede tatuarse: una sonrisa en la cara, y luego están los que ni siquiera consideran real esa felicidad que muestra nuestro chico.

Malditos escépticos… como nos cuesta creer en lo que nunca hemos tenido.

Ésta mañana nuestro chico no ganará adeptos, ha tenido la osadía de levantar la mano cuando el profesor, a modo de broma, ha preguntado a los presentes quién era feliz.

Menudos cobardes el resto, he pensado de primeras.

Pero luego me fijado en sus caras, en la mezcla de perplejidad y tristeza con la que miran todos al chico fabuloso que ahí sigue con su brazo en alto. Igual no han entendido la pregunta, ¿les preguntaba por la felicidad absoluta, para todos los días? ¿se refería a algo más de ahora mismo? ¿felices? ¿pero por qué?… Al cabo de un rato he entendido que el profesor esperaba una sala repleta de jóvenes infelices y desencantados con la vida sin saber muy bien por qué, pero aquí está nuestro chico fabuloso desafiando todas las miradas trágicas que le rodean. Él es feliz, ya no es sólo una sonrisa, ahora ya todos lo saben. Y ya pueden morirse envidia o no creerlo, sin más. Porque no es triste la verdad, lo que no tiene es remedio.

Nuestro chico, lejos de lo que todos pudieran pensar, sólo tiene una defensa: hacer que él mismo crea en su propia valentía porque como todos sabéis, la felicidad se entiende en oposición a algo, nadie que nunca haya estado triste en algún momento podrá admitir en su sano juicio ser feliz. Y si, además de una sonrisa maravillosa nuestro chico fabuloso tiene su corazoncito, algo ajado, con remiendos, cómo habría aprendido a ser feliz sí no… Y así lo aprenderemos todos, más tarde que pronto: a golpes, tapando grietas o, en el mejor de los casos, lamiéndonos las heridas los unos a los otros. Y sobretodo haciendo oídos sordos a eso de que los chicos no lloran.

Hay que llorar mucho para conseguir ver con claridad.

A veces piensa en sí mismo como en una cebolla, con miles de capas que no le dejan respirar, que de alguna manera tapan lo que realmente es, como si todos le hubiesen ido dando un abrigo cada vez que le veían temblar. Pero señores míos: no sólo se tiembla de frío.

Pues si, he aquí el único chico feliz de la ciudad, que parece respirar otra clase de gas que hace que sus pies se despeguen un poco del suelo al que todos los demás estamos encadenados, y si alguien le preguntara en qué se sentía distinto del resto de mortales, casi seguro, contestaría algo así:

– Yo siempre espero algo más de una puesta de sol y sí no tengo razones para quedarme entiendo que es una buena razón para marcharme…

Y yo, que solo soy quien limpia éstas aulas, creo que el chico está en lo cierto teniendo los ojos puestos en todo lo pequeño, en todo lo realmente importante, lo que nos deja sin aliento, en fin: lo que activa todo el resorte que mueve nuestro ser. Hacia adelante, a poder ser.

De igual modo, entiendo el desconcierto y la herida que produce en todos los demás allí presentes que él admita valientemente que es feliz, como entiendo que a veces la belleza duele y no por eso tenemos permiso para ir pisando todas las flores que crecen en el suelo. Porque no todo es lo que parece, así como las palabras no son sólo lo que significan, ni el silencio otorga sin más la razón. Del mismo modo que la felicidad no es más que la tristeza dando volteretas, ¿ a qué viene tanto revuelo entonces? Le están otorgando, muy a su pesar, el estatus de héroe con tanta incredulidad. Los demás chicos detestan el aire de superioridad que parecía darle haber llegado a la meta antes que nadie y las chicas suspiran a su paso, sintiéndolo inalcanzable.

Sin duda nuestro chico va por delante, y como le dolía que los de atrás no se acercasen un poco… Pero a veces con el coraje viene incluida la coraza, gajes del oficio.

De repente nuestro chico extrañamente feliz se me antoja un poco triste, pero no: es la otra cara de la misma moneda. Él es tangible, real, le puedo tocar; no os engañéis, no os hablo de esa felicidad romántica que las películas que veíamos de pequeños nos hicieron creer, pero ésta es mejor: se deja atrapar, está ahí, existe. El chico fabuloso la vió de frente, le aguantó la mirada sin miedo y se la guardo en el bolsillo de su chaquetón, ¿por qué no íbamos a poder hacer lo mismo nosotros?.

Yo sólo estoy en el sitio adecuado y con los ojos abiertos, como cada mañana, pero si me permiten un consejo: estén atentos ustedes siempre, puede que la felicidad se les cruce en cualquier momento. O mejor aún, puede que topen con el chico fabuloso y acabe por alegrarles la vida.


el lado buena de las cosas.jpg
Mi recomendación fílmica de ésta semana «Los Juegos del Destino» o El lado bueno de las cosas  https://youtu.be/JYx80j_WQLk

ATENTAMENTE:

UN MACHO QUE SABE QUE HAY QUE BUSCARLE EL LADO BUENO A LAS COSAS. ESE DEBERIA SER NUESTRO PRIMER TRABAJO.

 

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