Edición: Psicóloga Carolina Guzmán Sánchez ||Encuentrame en Doctoralia
Modelo: Eli Luna ||Fotografía: Carolina Guzmán «Alias»Carol J Angel
El domingo llegó uno de mis mejores amigos de Estados Unidos. Viajo a pasar sus vacaciones luego de un largo año de estudios. En el aeropuerto lo recibimos los 3 amigos, su hermano mayor y su madre. Luego de saludos, bromas y espaldarazos decidimos ir a comer algo y lo que comenzó como una comida de reencuentro un poco tediosa debido al cansancio de todos, terminó siendo una de esas conversaciones difíciles de olvidar: llena de autorreflexión y debate.
Nuestro recién llegado nos preguntó, como es costumbre de él, qué libros hemos estado leyendo. Un Amigo dijo: “El Poder del Ahora” a lo que la mamá del recién llegado respondió: “muy buen libro”. Yo por mi parte, no soy muy partidario de ese tipo de libros ‘autoayuda’ no obstante, decidí escuchar la opinión de mi amigo y detecte que se trata de una especie de crítica a nuestro semiconsciente día a día. Sin embargo, para mí comenzó bien la intervención. Estoy de acuerdo en que por alguna razón nos gusta recordar lo negativo y gran parte de nuestro día lo dedicamos a pensar en mañana, en pretender controlar el mañana sin detenernos por saborear del ‘Ahora’ No somos conscientes de nuestra respiración, de lo que estamos comiendo, de si está haciendo frío, de nuestra posición al sentarnos, de qué estamos tocando. Según mi amigo, el libro habla de cómo el vivir el presente de forma consciente te permite disfrutar de la felicidad plenamente.
Es cierto que a veces hay muchas cosas que nos agobian, cosas que son muy preocupantes como para dejar de pensar en ellas y esa semiconsciencia es producto de dichas cosas. Mi amigo contaba que al ser más consciente de su presente, de lo que está haciendo, ha logrado conseguir mucha tranquilidad y ha logrado encontrar la felicidad en la simpleza, que la búsqueda del sentido no necesariamente es el camino a la felicidad. Si me preguntan, encuentro en medio de mi ignorancia frente al tema bastante conexión con la filosofía oriental, cosa que aunque respeto no comparto. Considero que la búsqueda del sentido es vital para la felicidad: impide que seamos seres meramente contemplativos y que entendamos el porqué de lo que hacemos. Mientras seguíamos disfrutando la comida, el debate empezó a dar la sensación de que las cosas se ponían cada vez más interesantes. Comencé mi respuesta diciendo que indiscutiblemente los problemas y el sufrimiento son cosas difíciles de manejar, pero que sea así, no significa que sea imposible. Tiene algo de certeza que debemos tener el tiempo para concentrarnos en lo que estamos haciendo. Por un momento del día dejar en segundo plano aquello que nos agobia y nos atormenta, pero nuestros problemas del pasado, nuestros agobios del presente y nuestras preocupaciones del futuro nos definen como somos hoy. Es imposible estar siempre feliz, es necesario vivir en la tristeza, aprender a sentirla y trabajarla. Ahora bien, una cosa es quedarse en la tristeza, otra muy diferente es aceptarla y enfrentarla. Así como no se puede estar siempre feliz, tampoco se puede estar siempre triste. Pero es cada quien el que decide si salir de la casa con la tristeza y velar porque el ahora logre disiparla u olvidarse de ella a través de un ejercicio puramente reflexivo y ensimismado. Las rupturas de pareja pueden llegar a ser bastante duras, pero, como dijo Sartre: el ser humano está condenado a ser libre. Somos libres de decidir si quedarnos en la casa y no hacer nada para mejorar aquello que nos agobia, o si salir acompañado de ello pensando en que es simplemente algo transitorio, pensando en que a pesar de que está detrás de uno es posible superarlo; pero más importante que pensar eso, es lograrlo con cada cosa que uno haga.
Si lo que hacemos no tiene sentido para superar los problemas del presente y darle la bienvenida a nuevos problemas para superar de pronto no hemos encontrado el verdadero sentido en nuestro hacer. Mi amigo me interrumpe para preguntarme: ¿De qué sirve estar en constante conflicto? ¿Para usted la vida es una lucha? Yo, bastante occidental contesté. Efectivamente la vida es una lucha, una lucha consigo mismo. Es el conflicto el que nos mantiene vivos, si no existieran, si siempre estuviéramos felices qué sucedería. Es cierto, recordamos con mayor facilidad las cosas malas, pero la vivacidad con la que recordamos aquello que nos ha producido felicidad extrema es mucho mayor. Y en lo personal, si vivir en conflicto significa aceptar los problemas, encararlos, resolverlos y esperar nuevos, así es como quiero vivir mi vida. Finalmente mi amigo me preguntó: ¿Usted piensa mucho en el futuro, no es así? Mi respuesta: la diferencia es que no me quedo en él. Considero que lo importante no es mirar sólo el presente, o sólo el pasado, o sólo el futuro. Es importante entender que nuestro pasado nos ha definido, indiscutiblemente.
Por Pablo Perea Bohorquez
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