¿Por qué no quiero Ser Madre?

Edición: Psicóloga Carolina Guzmán Sánchez ||Encuentrame en Doctoralia 
Modelo: Eli Luna || Fotografía: Carolina Guzmán «Alias»Carol J Angel

 

Porque no.

Es la respuesta más habitual.

No me apetece.

No tengo instinto maternal.

No quiero.

No es mi elección.

Y no tengo que dar más explicaciones.

Cada vez las mujeres tienen menos hijos por decisión propia. Pero la sociedad califica a las mujeres como egoístas por así decidirlo.

Ser madre no hace que una mujer sea más mujer o más completa. Solamente por el hecho de nacer o sentirnos en un cuerpo femenino ya somos mujeres enteras, completas, preciosas en nuestra concepción. Y con esa enorme capacidad, superpoder diría yo, de engendrar una vida dentro de nuestro cuerpo. Nadie se cuestiona si un hombre es un ser completo si no es padre, ¿es que nosotras nacemos a medias?

Por supuesto que tiene que ser maravilloso sentir una vida crecer dentro de nuestro vientre, y seguro que al verle la carita a tu bebé los mareos, los vómitos, las malas noches y peores cuerpos dejan de importar.

Pero si no quiero ser madre, lo egoísta es traer al mundo a un niño no deseado.

Estamos en el siglo XXI, luchamos por la empoderación de la mujer, defendemos nuestra igualdad, hemos quemado sujetadores al grito de “libres domingos y domingas”, y nos creemos que podemos elegir en nuestras vidas. Já.

Hemos nacido mujeres, y tenemos que escuchar con frecuencia comentarios del tipo “ya crecerás y cambiarás de opinión”, “te vas a perder lo mejor de la vida”, “ya te arrepentirás” o incluso “¿y tu marido qué piensa?”. ¿Qué pasa con nuestras decisiones?

Me encantan los niños.

Adoro ser la hermana mayor, la prima mayor, la tita guay que se lleva a los sobrinos al cine y les compra helados, la que pasa el día con ellos jugando en la piscina, la que los lleva a la playa y les enseña a nadar, la que les cuenta historias de miedo que luego les hacen soñar cosas traviesas, la que les pone películas para chicos mayores de su edad, la que les regala libros llamativos que los hacen fascinarse con la lectura, la que los lleva a sus primeros conciertos, y les da sus primeros consejos sobre cómo ligar o salir de conquista.

¿Y me voy a perder lo mejor de la vida?

¿De dónde saco tiempo para todo eso si además quiero vivir la vida? Trabajo fuera de casa, y no gano como para mantener una familia. Como la mayoría de la sociedad hoy en día. Pero aunque no fuese así, cuando llego a casa quiero beberme una copa de vino viendo una película en mi sofá, no ayudar con deberes, regañar por las notas, preparar desayunos del cole, castigar por llegar tarde, bañar niños y hacer cenas.

Los fines de semana me acuesto muy tarde leyendo en la cama.

A veces, viendo porno con mi pareja, animándonos el uno al otro, disfrutando de poder hacerlo con la puerta del dormitorio abierta, en el sofá, en la cocina, y sin tener que controlar gemidos porque vivimos solos.

Cuando tengo algún día libre quiero escaparme a cualquier sitio en el que no haya estado antes, y me vale cualquier bar con mis amigas.

No quiero horarios mas allá de los que me atan a mi trabajo para ganarme la vida. Ni responsabilidades fuera de la oficina.

Quiero sentir que soy libre y que exprimo la vida al máximo. Que puedo cambiar de ciudad, de trabajo, de vida y de entorno cada 3 años. Que puedo pasarme días viajando sola con una mochila, recorriendo países en tren, conociendo gente por el camino, durmiendo en albergues y estaciones.

No digo que ser madre no sea una aventura también. Pero es otro tipo de aventura, exige otro tipo de vida y una responsabilidad al menos hasta que la criatura sea mayor de edad. Ese renacuajo necesita una educación. Para una persona como yo, ser madre supondría hacer sufrir a un hijo que ve que su mamá pone por delante su libertad ante todo, vivir su vida, y eso no es justo para un niño.

No queremos que nos juzguen cada vez que decimos en voz alta que no queremos ser madres. Es una elección personal. Nadie tiene derecho a decirme cómo tengo que llevar mi vida.

Soy una mujer adulta, en plena posesión de mis facultades, y con todas mis capacidades soy plenamente consciente de que no quiero ser madre. No es la vida que quiero para mí.

Y cada vez que en la playa veo a una mujer embarazada en la playa, con su gran barriga al sol, y una vida creciendo dentro de ella, pienso que es la forma más bella que puede existir jamás en todo el universo.

Por Irene Jímenez Garcia
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