El Primer Amor de Julia y Martín

Edición: Psicóloga Carolina Guzmán Sánchez ||Encuentrame en Doctoralia
Modelo: Eli Luna || Fotografía: Carolina Guzmán “Alias”Carol J Angel

 

Julia le había escrito una carta llena de palabras de amor, de cariño, de amistad, de ilusión, de esperanzas y de tristeza por su separación. Martín le llevó una rosa del jardín que había cortado y secado días antes para que durase para siempre.

 

El verano que Julia cumplió los 13 años conoció a Martín, y su recuerdo lo acompañaría toda la vida.

La familia de Julia vivía en la ciudad. Su padre era maestro, y su madre costurera. Pero cada verano desde que Julia tenía memoria lo pasaban en el pueblo, con los abuelos, los tíos, los primos y los amigos de la infancia. Allí Julia vivía cosas que no podía hacer en la ciudad. Montaba en bici por las cuestas del pueblo, iba a la piscina municipal con sus primos, ayudaba a la abuela a hacer mermeladas con las frutas y por las noches se quedaba hasta muy tarde en el parque al fresquito con sus amigos de allí, jugando a las cartas.

Aquel verano Martín pisó el pueblo por primera vez en su vida. Sus padres se habían divorciado, y pasaría la primera mitad de las vacaciones con su familia materna en el pueblo de los abuelos, antes de irse a la playa el resto del verano con su padre.

La primera vez que se cruzaron, Julia ni lo miró. Salía del agua de la piscina y corría hacia el kiosko por un helado con varios de sus primos. Martín acababa de comprarse un cucurucho de chocolate que casi se le cae al suelo al paso de los niños corriendo. Iba a disgustarse con ellos, cuando la vio en el grupo, con su pelo mojado esparciendo gotitas de frescor a su paso y esa risa tan franca y brillante.

Martín sintió un flechazo.

Unos días después, Martín hacía los recados para su abuela. Iba a comprar huevos y pan cuando la vio de nuevo. Se le había salido la cadena de la bici, y tenía las manos llenas de grasa, aunque no tenía ni la más mínima idea de cómo arreglarla. Martín se tragó su timidez y se ofreció a colocarla en su sitio de nuevo. Julia se ruborizó cuando aquel chico al que no conocía se acercó a hablar con ella, y un cosquilleo le subió desde el estómago hasta la boca. Desde aquel momento, los dos se quedaron enamorados del otro.

Pasaron esas semanas buscándose cada vez que podían. Se quedaban hasta más tarde que nadie en las noches al fresco del parque. Salían a explorar juntos con las bicis, pedaleando hasta que se quedaban sin fuerzas. Jugaban en la piscina hasta que, con los dedos arrugados por el agua y los ojos enrojecidos del cloro, los socorristas les avisaban de que tenían que salirse para cerrar. Julia y Martín vivieron el mejor verano de su vida.

La última noche antes de que Martín se fuese con su padre, quedaron para despedirse.

Julia le había escrito una carta llena de palabras de amor, de cariño, de amistad, de ilusión, de esperanzas y de tristeza por su separación. Martín le llevó una rosa del jardín que había cortado y secado días antes para que durase para siempre.

Se prometieron amor eterno y esperarse cada día el uno al otro hasta el verano siguiente. Durante el curso se escribirían cartas y alguna vez podrían llamarse por teléfono. Y sellaron su pacto con su primer beso.

………………..

Martín tiene su propio estudio de arquitectura. Los dos han hecho sus vidas sin pensar en el otro. Sin embargo, durante muchos años, casi tres décadas no volvieron a verse.

30 años después, Julia está divorciada y tiene 2 hijos, de 17 y 15 años. Martín está separado, y tiene la custodia de su hija de 14 años. Julia es secretaria en un despacho de la capital, y sigue pasando los veranos en la casa familiar del pueblo.

Hace unas semanas, Martín ingreso a la oficina donde trabaja Julia para gestionar los trámites y papeles necesarios para hacer el certificado de defunción de su madre. La ha reconocido. Ella ha dudado un poco. Han pasado muchos años sin olvidarse de la promesa eterna de encontrarse en el verano siguiente. Él, de nuevo un poco tímido, le invita un café para ponerla al día con detalles en su historia.

………………..

Aunque se mandaron alguna carta, la madre de Martín encontró un buen trabajo en el extranjero, y pronto dejaron de escribirse. Entre mudanzas, colegios nuevos, y otro idioma, Martín dejó de responder a las palabras que le enviaba Julia. Ella pronto se convirtió en una adolescente más que guapa, que podía elegir los pretendientes que quisiera.

Julia se casó y fue madre de los dos tesoros que han sido su motor en la vida. Aunque se le acabó el amor con el que fue su marido, se quisieron mucho durante el tiempo que compartieron.

Martín sufrió más por amor, porque se enamoró perdidamente de una mujer que lo engañó. Y aunque al principio no quería verlo, y evitaba el dolor, finalmente decidió que ella no era la mujer de su vida. La mujer de su vida era la preciosa hija que habían criado entre los dos y por la que luchó para conseguir la custodia tras una dura separación.

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