Edición: Psicóloga Carolina Guzmán Sánchez ||Encuentrame en Doctoralia
Modelo: Eli Luna || Fotografía: Carolina Guzmán “Alias”Carol J Angel
Para los que dicen que ya «No hay machismo en el trabajo» y que la igualdad es una realidad ya entre hombres y mujeres en lo laboral. ¡Nos queda mucho trecho aún para llegar a la igualdad! Por eso tenemos la responsabilidad de dejar un mundo mejor que el nuestro a nuestros pequeños. Acá te va la semana de una mujer en una oficina.
Atenea en su semana de oficina:
Lunes.
El despertador de los lunes es el que más duele.
El fin de semana no me da tiempo de descansar si quiero ver a los amigos y la familia, pasar tiempo en pareja y ponerme al día con la serie que sigo.
Los lunes son un invento del demonio.
Si ya de por sí los lunes no tengo buen humor, hoy además me toca aguantar chorradas en el trabajo. Llego a la reunión de proyectos e incidencias a primera hora, que está convocada desde hace días. Tengo la mesa de mi despacho llena de informes, pero me he levantado antes para llegar al trabajo a tiempo y no hacer esperar a nadie en la reunión.
No me pagan para eso.
15 minutos después empiezan a llegar mis compañeros. Les digo que la reunión estaba prevista con mucha antelación, que todos sabían la hora. Se van sentando, hasta que el jefe de proyectos decide que es el momento de empezar, media hora más tarde de la prevista. Me mira y me da pie con un «niña, cuéntanos, qué nos traes». Ese tono paternalista que me resta autoridad no lo usa con mis compañeros hombres.
Martes.
Al menos con las conclusiones de la reunión de ayer se quedó planificada la distribución de tareas de la oficina.
En un equipo de trabajo cada miembro debe tener bien definidos su rol y sus plazos de entrega.
He ido al despacho de uno de mis subordinados. Estaba reunido con otro compañero, aunque no me ha dado impresión de que estuviesen trabajando cuando he llegado. Los dos mirando la pantalla del computador y riendo, no parecían muy concentrados en sus tareas.
Le he pedido su parte de trabajo, ayer definimos que tendría que entregármela hoy a las 10:00 porque a las 12:00 yo debería enviarla al cliente, junto con mi informe.
Pasaban las 10:00 y no venía a mi oficina a traerme el trabajo, así que he ido yo a buscarlo.
Se ha ofendido cuando le he recriminado que llevaba más de media hora esperando que apareciese por mi sitio y que hasta que no me entregase su documentación yo no podía avanzar con lo mío.
No lo había hecho aún.
Cuando salía de vuelta a mi escritorio, los he escuchado comentar entre ellos mi estado de ánimo, asociándolo a mi periodo menstrual.
No tengo la regla.
Pero si así fuese ¿por qué si soy exigente con compañeros vagos se asocia a mi ciclo ?
Miércoles.
Estamos agobiados porque llevamos un poco de retraso con los proyectos de esta semana. No he parado de entrar y salir de despachos, entregar informes, preparar dossieres de documentación, imprimir tablas de resultados. Ha sido un día muy estresante.
Cuando el jefe se iba, dos horas antes de salir el resto del equipo, ha pasado por mi despacho a recordarme que mañana vienen los clientes a los que tenemos que presentarles el nuevo proyecto.
Su comentario ha sido «mañana ponte guapa, que vienen los clientes. Algún vestido por encima de la rodilla, enseñando algo de escote. Y arréglate el pelo».
A mí me contrataron por mi formación y experiencia. Mi físico no es trascendente. Si hemos hecho un buen trabajo, los clientes lo comprarán. ¿Si los clientes no lo compran es porque no he enseñado suficiente carne?
Jueves.
Los clientes han venido. Los hemos recibido y acompañado a la sala de reuniones, donde hemos presentado el nuevo proyecto para su empresa mientras ellos tomaban café.
A mi izquierda, uno de ellos ha volcado su taza derramando todo sobre la mesa.
He sacado pañuelos de papel del bolso para secar el desastre, y he tenido que escuchar de mi jefe un comentario sobre lo consentida y apañada que soy y lo contento que debe estar mi novio conmigo.
¿Es que si hubiese pasado a su lado, él no habría intentado contener el derrame antes de mancharse la ropa? ¿Y a qué viene meter a mi novio en esa conversación? en casa los dos nos encargamos de las tareas por igual, que para eso somos adultos y vivimos juntos.
¿O es que después de pasar casi 10 horas diarias en la oficina tengo que llegar a casa y limpiar lo que mi novio deje por ahí tirado?
Viernes.
El jefe me ha llamado a su despacho a primera hora.
Allí nos hemos ido juntando todo el equipo de trabajo del proyecto. Me han dicho que a la presentación que hice ayer le falta huevos. Les he contestado que efectivamente, yo tengo ovarios y no puedo ponerle huevos a mi trabajo porque la naturaleza me hizo mujer.
Me han llamado feminazi, y con su paternalismo me han dejado caer lindezas del tipo «tu novio tiene que ser un santo por tener que aguantarte todos los días».
Yo sí que soy una santa por guardarme mis instintos y no hacer arder la oficina cuando salgo por la puerta.
Menos mal que es viernes.

Mujer, haz una pausa en tu camino y ¡déjate pensar! @Mujer_Pazcana;revistapazcana@gmail.com; #MujerPazcana #VidaConCalidad #MujeresValientes #MujerReal #MujeresReales